La primera reflexión que se me ocurre, es “que rápido pasa
el tiempo, que rápido pasa la vida”, y ojalá aquellos que aun no pasaron los 20
años entiendan que están viviendo la época más linda de nuestra existencia, la
niñez y la adolescencia, al menos para mí y a pesar de esos duros golpes que a
veces da la vida.
Ojalá sepan y puedan apreciarla en su magnitud y disfrutarla
yendo despacio, sin apuros, sin agregarle nada que la haga más vertiginosa y
por ende riesgosa.
A partir de este momento uno sentará a la mesa a esas
invitadas de lujo que siempre vienen a la hora de recordar buenos tiempos.
Es por eso que aquí a mi lado ya están dispuestas a
participar de esta apertura, La nostalgia; definida comúnmente como un
sentimiento que cualquier persona puede atravesar en cualquier etapa biológica.
La nostalgia es el sufrimiento de pensar en algo que se ha tenido o vivido en
una etapa y ahora no se tiene, está extinto o ha cambiado. La nostalgia se
puede asociar a menudo con una memoria cariñosa de la niñez, un ser querido, un
partido de fútbol, un cierto juego o un objeto personal estimado, o un suceso
en la vida del individuo o grupo.
La memoria, aquí presente, es una función del cerebro que
permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado..
La historia, otra de mis invitadas y la que se encarga de
acarrearnos datos certeros del pasado, como los de aquel 1985 el año en que
Ramón Santamarina tocó el cielo con las manos llegando a la primera división
del fútbol argentino.
Hoy sin dudas a muchos de los que estuvimos formando parte
de la historia en las tribunas en aquella epopeya se nos piantará un lagrimón
al ver de nuevo, a Ramón Santamarina enfrentando por los puntos a Estudiantes
de La Plata.
Después de tanta pérdida, después de tener todo y quedar sin
nada, después de la triste derrota
institucional, aquellos que alguna vez imaginamos que la vida no nos daría la
oportunidad de verlo de nuevo, con nuestros hijos, jugando cosas importantes,
sin dudas lloraremos de emoción.
Esa emoción que también está sentada esta noche en mi mesa y
que me lleva a ese febrero de 1985 en el que fuimos inmensamente felices.
La ciudad, en cada rincón, en cada café, en cada vereda, en
cada bar, despensa y comercio hablaba de Santamarina. El querido “gordo”
Reynoso, intendente radical de Tandil, primer intendente democrático desde el
final del proceso apoyaba sin banderías ni cuestiones que estuvieran más allá
de lo deportivo con su simpática forma de llamar al DT “aurinegro” …”el amigo
Romero”…..agregándole una R que el apellido no llevaba.
La primera división del fútbol argentino nos esperaba. El
torneo Nacional nos íbamos a cruzar en la zona con Platense, Racing de Córboba
y el poderoso Estudiantes de La Plata, aquél de la 3 libertadores y una
intercontinental.
El fixture indicaba que el primero de los choques sería en 1
y 56 en la capital provincial y allí fue el aurinegro a vender cara su
participación. Acompañado por cientos de Tandilenses comandados por la barra
del bombo y el muñeco; Ruben Echeverría cuenta como anécdota que esa tarde la
hinchada de Estudiantes estrenaba un trapo gigantezco que cubria todas las
tribunas menos la visitante. Imponente
Como el saludo a unos de sus ídolos, cuando Ramón
Santamarina apareció en el campo de juego el cuerpo técnico debía cruzar en
diagonal la cancha para llegar al banco de suplentes. Durante ese trayecto,
desde los costados se escucho un incesante ..Romeoooo, Romeoooo….saludando, agradeciendo
y reconociendo el paso del DT aurinegro por las filas pincharatas en las década
del 60.-
Yo lo escuche por radio y a la noche no me fui a dormir
hasta que vi el gol de Estudiantes en el programa “Todos los goles”. No daba
más de sueño y a pesar de la derrota ver a Santamarina por tele era inédito,
emocionante.
Fueron menos de 10 segundo, un compilado con 4 partidos y la
fallida acción de Ducca a quien se le escapó el balón que terminó siendo la
victoria de Estudiantes en un partido cerrado y parejo.
Aquél 25 de febrero de 1985, Ramón Santamarina saltó a la
cancha con Ducca, José Solimanto, Néstor y Marcelo Armendariz y el negro Manuel
Cheiles; En el medio jugaron Daniel Tarabini, Juan Gauna, Nelson Hugo Lacava
Shell y Abel Coria. Los delanteros fueron Barbero y el pisulino Sommi.
Estudiantes lo hizo con Luis Islas, Camino, Agüero, Issa y
Herrera; Miguel Russo, Llane y el “bocha” Ponce; Husillos, el “Toti” Iglesias y
Gurrieri, dirigidos por Humberto Zuccarelli. El árbitro del partido fue Carlos
Coradina y como les conté El Toti Iglesias en complicidad con el gran Ducca
marco el 1 a 0 para el pincha.
Se volvieron a encontrar el miércoles 6 de marzo en Tandil. Por
suerte puedo decir que estuve ahí. El San Martín brillaba por donde se lo mire.
Las dos tribunas que daban a Rivadavia del lado visitante y la de piedra que da
al parque estaban abarrotadas por hinchas de Estudiantes.
Yo me asomaba desde la tribuna de madera que daba a
Rivadavia del lado local y miraba la cantidad de paraguas albirojos que
bailaban por toda la tribuna. Era una fiesta.
De nuestro lado la barra del bombo y el muñeco alentando
como siempre poniéndole colorido y picardía. Esa picardía bien entendida del
interior. Y por que digo esto…Porque viene a colación con la anécdota que les
contaré.
Era febrero, tiempo de carnaval entonces entre los papelitos
las serpentinas la matraca y los redoblantes a la hora de recibir a Santamarina
en el campo de juego, los muchachos le tenián reservada una bienvenida bien
pícara a los viditantes.
Se habían encargado de llevar globos de carnaval en cantidad
y lo más cómico fue que no pudieron aguantar a la salida del equipo.
Era tan grande la convocatoria, El San Martín poblado por
más de 10 mil hinchas que hicieron que la recaudación superara la que se había
logrado en la plata, más de 5 millones de pesos. Lo que pasaba en las tribunas
intrigaba a varios jugadores de Estudiantes y en un momento, la puerta del túnel
se corrió y apareció una cabellera rubia con la camiseta albiroja y el número 4
en la espalda. Era nada más y nada menos que Julián Camino intrigado por la
convocatoria, por el escenario que presentaba el partido quien salió a
mirar rápidamente retorno al vestuario
cuando una lluvia de globos de carnaval se estrellaron muy cerca de su rostro.
El que no corrió con la misma suerte fue el joven Luis
Islas, que por aquel entonces era una de las promesas del fútbol argentino, fue
quien la ligo fiero y además se enojó con la barra del bombo. Ni bien asomó la
enrulada cabellera, esta vez los muchachos no fallaron y varios globos
explotaron contra su cuerpo. Se dio vuelta desafiante y tuvo que volver rápidamente
al vestuario ya que los hinchas habían afilado la puntería y no dejaban de acertarle.
Minutos más tarde el árbitro Jorge Romero se aprestaba para
dirigir el cotejo de vuelta.
Los de Zuccarelli saltaron a la cancha con Islas, Camino, Agüero,
Issa y Herrera; Russo, Llane y Ponce; Husillos, Iglesias y Trama.
Ramón Santamarina con Daniel Romeo en el banco lo hizo con
Ducca, José Solimanto, Néstor y Marcelo Armendariz y el negro Rubén Conti; Daniel
Tarabini, Juan Gauna, Nelson Hugo Lacava Shell y Abel Coria. Barbero y el
pisulino Sommi.
Un pelotazo largo del lado de la techada dejó habilitado a
Barbero, la pelota lo sobró al negro Agüero y el 9 quedó mano a mano con Islas,
definiendo con gran categoría en el arco del calvario poniendo a Santa 1 a 0
arriba.
Cuando el partido se terminaba a falta de pocos minutos, un
centro al área de Ducca fue cabeceado por Mario Husillos quien marcó el empate
definitivo.
Treinta años, nostalgia, memoria y una rica historia entre
dos equipos que dentro de un rato…….gracias a Dios y a la vida …., aunque
muchos hicieron cosas como para que
nunca más se vieran las caras en una cancha de fútbol…………..se volverán a
enfrentar..-
Juan Casero
La barra del bombo y el muñeco unas de las mejores barras!! que lindo que venga una parecida
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