viernes, 18 de febrero de 2011

EL FEBRERO EN QUE FUIMOS FELICES…..


Y hubo un febrero en el que fuimos felices. Un mes llamado igual que este en el que estamos transitando, con sus mismos tonos y colores. Con su hermosa temperatura, el verde floreciendo en cada rincón, como la vida misma, y en medio de eso la maravillosa etapa de la niñez. Los pibes del barrio disfrutando de nuestra infancia.

Fue un febrero en el que fuimos felices. La escuela cerrada nos otorgaba el merecido descanso de las vacaciones.
Algunos elegían la colonia para distraerse gran parte del día pero estábamos los futboleros de alma. Aquellos que nos despertábamos jugando a la pelota y nos acostábamos, después de lindo baño, pensando en como iba a ser nuestra jugada más bonita en el partido que nos esperaba.

Así pasaba nuestra vida de vacaciones en febrero. A la hora que la vieja se iba a lavar algún piso ajeno y el viejo se trepaba a la bicicleta para ir a darle a la cuchara y el balde pegando ladrillos, nosotros saltábamos de la cama y salíamos al baldío a patear.

Pero hubo un febrero en el que fuimos felices. Un febrero en el que ese equipo de la ciudad del que todos en el barrio éramos hinchas nos dio una alegría enorme.
Y el fútbol siguió siendo nuestra vida desde que nos levantábamos. Pero Ramón Santamarina comenzó a ser el motivo de charla y de pasión extrema en de cada jornada.

Transcurría el año 1985, yo tenía 12 años y mis amigos también andaban por esa edad. El aurinegro había ganado la chance de jugar el campeonato nacional sobre finales de enero y se preparaba para afrontar por primera vez en la historia una participación en la primera división del fútbol argentino.

Nosotros, los pibes del Selvetti, escuchábamos como los más grandes, al reunirse en las esquinas o en los negocios del barrio hablaban del gran logro, de lo que significaba para la ciudad. Aunque no te importara el futbol, el pueblo estaba conmovido por lo que se avecinaba.

El San Martín brilló como nunca. La gente salía a pasear y era obligación pasar por avenida Rivadavia 350 y ver como las tribunas tubulares que habían llegado de Buenos Aires le iban cambiando la fisonomía.
Lo iban transformando en un estadio de primera división. Era un placer pasar y ver como un sin fin de hombres, llaves en mano, armaban los esqueletos de las impactantes tribunas.
Se podría decir que el San Martín se pareció por aquel entonces al estadio de Estudiantes, al de Gimnasia o al del mismísimo Ferrocarril Oeste.

A donde están me pregunto hoy las más de 10 mil personas que una vez terminado, lo poblaron para alentar al aurinegro.
Algunos, lo sé ya no se encuentran entre nosotros pero es increíble como se fue perdiendo la pasión. Esa pasión que algunos heredamos y transmitimos para que nunca deje de haber hinchas de santa en una cancha.

Hubo un febrero en que los futboleros de alma fuimos felices. Los pibes del barrio acostumbrados a ponerse sobrenombres de figuras a la hora de patear en el baldío para que el gordito que atajaba relatara, ya no querían ser famosos.

Convencieron al gordo de que en vez de decirle a Jorge, por ejemplo Bochini, ahora le debía decirle Petrucci. Los pibes del baldío del Silvetti ya no querían ser J.J. López ni o Alonso,ni Brindisi o Gareca. Querían que desde el arco el gordo al relatar les dijera Marcelo Arménzariz, Barbero o el tati Erviti. Preferían ser Gauna, el pisulino Sommi o Daniel Tarabini.

Y el gordo decidió no ser más Fillol, ni Gatti ni Puentedura y a partir de ese año, cada vez que cazaba una pelota ahogando el grito de gol…..decía ser el gran José Ducca.

Hubo un febrero en que fuimos felices y junto al viejo nos dimos el placer de ubicarnos en lo más alto de la tribuna tubular que daba espaldas a Rivadavia y salir como fondo de una jugada en una recordada foto de
El Gráfico.
Ver el cole lleno de hinchas, las calles transformadas en una procesión hasta la esquina de Godoy Cruz y escuchar al gordo Muñoz por Rivadavia decir en Tandil jugarán esta tarde Ramón Santamarina y Platense.

Hubo un febrero en que fuimos felices y el pata Prestofilipo, el diariero del pueblo paraba en la canchita para hablarnos de Dios.
Lo escuchábamos pero solo para robarle unos minutos el Nueva Era y mirar que decía de Santa. Así nos enteramos una tarde que llegaría el negro Cheiles a jugar en el aurinegro. Así nos enteramos que un uruguayo de pasado en Boca Juniors también llegaría para calzarse nuestra camiseta.

El diario servía para entusiasmarnos y soñar con ver a nuestros ídolos de entre casa jugar en la primera división del futbol argentino.

Hubo un febrero en que fuimos felices y el fútbol nos regaló la chance de poder ver a Bochini, Clausen, Marangoni, Buffarini, Alfaro Moreno, Julian Camino, Islas, el bocha Ponce, el negro Agüero, Miguel Russo, Alejandro Sabella, Goyen, Serrano y Trosero entre otros.

El fútbol nos dio la chance de ver ganar en el debut del nacional a Ramón Santamarina. Que aquél 17 de febrero de 1985 saltó a la cancha con José Ducca, Jose Solimanto, Nestor y Marcelo Armendariz y el negro Cheiles; Daniel Tarabini, Juan Gauna, Coria y Lacava Shell, Somi y Barbero, dirigidos por Daniel Romeo. Fue 2 a 1 con goles de Somi y Coria en tanto que Alfaro Moreno había marcado el empate transitorio..

Fue una de las tardes más lindas de mi vida…Estar en la tribuna viendo el debut de Santa en la primera división del futbol argentino.

Febrero, el mes del nacimiento de mi viejo. El tipo que me inculcó esta pasión inexplicable. El tipo que vivió conmigo aquella historia y que poquito tiempo después se fue inexplicablemente de este mundo.

Febrero, el mes en el que tiempo después nacieron dos de mis hijos, también hinchas del aurinegro.

Febrero de 1985, Ramón Santamarina llegaba a la primera división del fútbol argentino……..

Se me ocurrió recordar ese momento a tan solo unos días del aniversario número 26 de aquella epopeya….

Tuve ganas de contarles que los que amamos el fútbol desde la cuna y somos hinchas del más grande de las sierras…tuvimos un FEBRERO..EN EL QUE FUIMOS FELICES.!!!!


JUAN CASERO

(Relato leído en la previa del encuentro Ramón Santamarina - Rivadavia de Lincoln como homenaje a los 26 años del debut del aurinegro en la primera división del fútbol argentino. Campeonato Nacional de 1985.)

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